Laura Molina García

Mi experiencia en la charla de Mario Alonso Puig

Mario Alonso Puig
Mario Alonso Puig

Eres mucho más de lo que crees

En diciembre de 2021, aterrizaba en Sevilla, Mario Alonso Puig, con una charla titulada: Eres mucho más de lo que crees.

Ya conocía su trayectoria y lo había escuchado en multitud de ocasiones a través de las redes sociales. Pero, esta vez, tuve el impulso de verlo en persona. El 16 de diciembre, me reuní con él, además de las 1.029 personas más que ocupaban el auditorio Al-Ándalus del Palacio de Congreso FIBES, de Sevilla. Puede escucharle hablar de un tema que me pareció altamente significativo: “eres mucho más de lo que crees”.

Nos valoramos poco y mal

¿Y por qué me pareció tan interesante el tema? Por una serie de cuestiones que comparto con mi alumnado cada vez que desarrollo alguna intervención de mindfulness. En la mayoría de las ocasiones nos valoramos poco y mal. Tratamos peor a nuestro yo, que a cualquier otra persona.

Creo que es curioso que desarrollemos esa capacidad de la mente para generar pensamientos negativos e involuntarios, que nos incapacita muchas veces a la hora de gestionar las emociones. Es decir, generamos una capacidad de ataque para hacernos autobullying: ser el nº 1 en criticarnos, encontrarnos faltas, en molestarnos. Lo que en resumen supone que nos hacemos daño y eso desencadena en: no somos felices ni sabemos serlo.

Solo nos falta enfrentarnos a la situación

Estando allí sentada pensé ¿cómo podrá Mario convencernos de que somos realmente mucho más de lo que esperamos? Sé que no debemos crearnos expectativas, y aunque intenté posicionarme desde la mente de principiante, mi cabeza había generado dos cuestiones que quizás aquella charla me podría alumbrar un poquito más.

Después de la gran presentación, Mario Alonso Puig salió. Me sorprendió la gran expectación, palmas y vítores que recibía, No es que no los mereciese, pero parecía más bien como si hubiese salido a escena un gran artista de rock. Mario, como siempre, impecable, en su tono, en su capacidad discursiva, en su talento de hacer fácil de entender todo lo que expone con grandes dosis de humor.

Cuando comenzó a describir su experiencia de la infancia, pronto comprendí, que nos iba a contar su proceso de crecimiento personal y que, quizás, no siempre creyó en su valor.

Nos trasladó a sus primeros años de escuela, en un colegio duro y exigente, y su mala experiencia en él. Nos contó su incapacidad para desarrollar cualquier actividad física o deporte que allí se hiciera.

A continuación, nos contó cómo su padre le recomendó hacer otra actividad, fuera del colegio, un arte marcial, y que durante meses el profesor sólo le enseñó una técnica de defensiva. Como él decía, quizás porque no lo veía con la suficiente capacidad de ataque. Durante meses, día tras día, sólo realizaba el mismo ejercicio. Estaba cansado de hacer siempre lo mismo, pero, claro, se hizo especialista en esa técnica.

A final de curso, se hacía una exhibición para que las familias pudieran ver los progresos. Salieron todos los cinturones, blancos, amarillos, naranjas, etc., pero de él se habían olvidado. Y sólo quedaban, al final, él y un cinturón negro. Así que terminó combatiendo con este cinturón negro. Su padre, al ver lo que se le podía venir encima, se acercó y le dijo: hijo, tú puedes. Le recordó que el movimiento de defensa que durante meses había entrenado era impecable. A pesar del miedo generado, fue tanta la confianza, firmeza y entrega la que puso en aquella acción, que saco del tatami a su adversario con aquel simple pero esmerado movimiento. Nadie podría creer lo que había sucedido. Él tampoco.

A veces, pensamos que no vamos a ser capaces de empezar, hacer, conseguir o terminar algo, y lo único que nos falta es enfrentarnos a la situación y tirar de los recursos que tenemos, aunque sea solo uno. A veces, solo necesitamos querer hacerlo.

El vampiro polillero

Otras de las cuestiones, que me gustó sobre manera, fue como Mario describía esas personas que te absorben la vitalidad y la felicidad. Le cuentas que te va bien y, después de hablar con ellas, todo va mal. Se han llevado tu energía. Si les cuentas que te has comprado un coche nuevo, te comenta que hay que tener cuidado para que no te lo rayen, que los motores de ahora son menos fiables, que lo has comprado en el peor momento…

Pues, igual que esa gente que desgasta tus energías, tenemos una voz interna constante, el diálogo interno, que nos coarta muchas iniciativas. Esa voz autocrítica, catastrofista, invalidante, etc., que, como él apuntaba, hay que saber que no somos nosotros, hay que estar pendiente de cuando surge. Esa voz crítica y paralizante la denominó “el vampiro polillero”, porque llega revoloteando y te absorbe toda la energía en el momento que aparece. Pero podemos parar esa voz, prestar atención a cuando aparece, porque no es más que un pensamiento. Y, una vez detectado lo observamos y les decimos ¡Nooo!

¿Y cómo podemos parar esa voz? ¿Cómo podemos comprender que no somos nuestros pensamientos? ¿Cómo podemos tomar distancia para que no nos arrastren los estados emociones que generan sufrimiento? Pues la respuesta fue fácil, practicar la meditación, dedicarnos tiempo en crecer y creer en nuestras capacidades, en desarrollar la capacidad de resiliencia, aceptación o autocompasión que se puede adquirir con la práctica de mindfulness.

Lo que hay que hacer es respirar y entender que en nuestra mente se generan pensamientos con los que no tenemos que tratar, y menos cuando son pensamientos que surgen y nos hunden sin más objetivo que parar quienes de verdad podemos llegar a ser.

Después de escuchar toda la intervención, creo que pude encontrar la respuesta para las dos preguntas que me surgieron al inicio de la charla. Y es sí.

¿Qué preguntas me surgieron?

Pues, en primer lugar, surgían de mi propia experiencia. Sigo luchando contra aluviones de emociones en las que pierdo mi equilibrio. Cuando analizo mi proceso por la vida, comprendo que soy una de esas personas muy permeables a todo lo que ocurre a mi alrededor y dentro de mí. Tras una lesión en la espalda, el miedo al dolor se convirtió en el timón que gobernaba mi cuerpo y mi cabeza.

En consecuencia, el estrés, la ansiedad y los estados de ánimo depresivos, comenzaron a invalidarme física y mentalmente. Todo ello me sumergió en una “incapacidad intelectual” que yo misma me había generado. No podía hacer nada ni pensar nada. La angustia, el sentimiento de no poder, el estrés como causa o consecuencia… Me costó salir. Necesité de alguien (el cirujano que me iba a operar) que me dijese: con tu misma lesión hay personas que hacen vida normal.

Entonces y sólo en ese momento, me di cuenta que gran parte de ese dolor ya no era corporal, sino mental. Conseguí creer que podría salir de aquello, con las indicaciones que me había dado: ir a yoga, pilates y meditar fueron mi salvavidas. Esa era mi pregunta: ¿Necesitamos de alguien externo para que nos diga “puedes parar tu mente negativa, porque sabemos que puedes hacerlo”? Sí.

Y por otro, llevo varios años como instructora de mindfulness, y veo en las personas con las que trabajo, cómo se repite de una manera u otra el sufrimiento con el que vivimos. Las personas nos sentimos en muchas ocasiones sin fuerzas o sin ganas de enfrentarnos a los obstáculos de la vida. Sentimos apatía y dejamos de creer en lo que somos capaces de hacer, encontramos miles de dificultades (familia, tiempo, recursos, etc.) y por qué no, escusas, para salir de la que consideramos nuestra “zona de confort”.

A veces, esta “mal llamada zona de confort” lo que nos aporta es cierta estabilidad social, económica y/o emocional, aunque realmente sea difícil de sobrellevar y nos pueda estar dañando. Podríamos decir que es a lo que tenemos hecho el cuerpo y la mente y, como animales de costumbres, continuamos en ella. Mi otra pregunta era: ¿Es cuando comprendemos que nuestra intención es el único camino para salir de la cueva que nos hemos construido, y que por más que nos griten desde fuera, es nuestra voz interior la que nos impulsa? Sí.

Puedes hacerlo. Puedes callar esas voces. Eres capaz

Como conclusión, pude resolver aquellas cuestiones que me surgieron. Primero tenemos que posicionarnos y darnos cuenta, vigilar cuando esos pensamientos se apoderan de nuestra mente y nos llevan al lado oscuro de esa cueva llamada apatía, estrés, ansiedad… Por otro lado, es más fácil salir de ella cuando escuchamos desde fuera, mensajes como los de Mario que te dicen: puedes hacerlo, puedes callar esas voces, eres capaz. Y, por último, creer y aceptar que eres mucho más de lo que crees ser. Eso hace que puedas impulsarte desde el centro de tu ser, para salir de ese vacío y encontrarte de nuevo con quien quieras ser.

Me resultó una gran experiencia poder ver y escuchar a Mario Alonso Puig en una de sus intervenciones. Me inspiró a como emprender el empoderamiento. Mil gracias por sus palabras.

Como practicar el seguimiento de la respiración

En este artículo te explicaré cómo puedes practicar el seguimiento de la respiración.  En primer lugar, debes comenzar encontrando tu postura de meditación.

Una vez bien sentados comenzaremos por poner la atención en el cuerpo realizando un pequeño ejercicio de relajación, podemos recorrer el cuerpo desde los pies hasta el cabello tratando de sentirlo y enviando un mensaje mental de relax, este ejercicio puede durar unos cinco minutos, pero si veis que os cuesta mucho relajaros dedicarle un poco más de tiempo.

Empezamos, después de esto, por observar nuestra respiración, y quiero reseñar que la respiración es un proceso físico que ocurre en el cuerpo y si queremos observarla lo sensato seria comenzar por prestar atención a la parte del cuerpo que realiza esta función, es decir, abdomen, el diafragma, pecho, clavículas, garganta y nariz, una vez captadas algunas de las sensaciones que ahí se producen mientras respiramos trataremos de hacernos más conscientes de ella y siguiéndola mientras inhalamos y exhalamos. Para ayudarnos en este proceso la práctica se divide en cuatro etapas

Primer momento

Debemos sentir y seguir todo el proceso respiratorio desde que el aire entra por las fosas nasales y llega hasta los pulmones, tratando de darnos cuenta de las sensaciones, del ritmo, de los músculos que intervienen en el proceso, de la diferencia entre el inhalar y el exhalar etc.

Entonces y cuando nos sintamos alerta comenzamos a contar las respiraciones después de cada exhalación. Inhalamos -exhalamos contamos 1, inhalamos- exhalamos contamos 2, y seguiremos contando hasta 10 respiraciones para en dicho punto volver a empezar. Continuaremos de esta manera durante un periodo de más o menos cinco minutos.

Segundo momento

Seguimos contando las respiraciones en ciclos de diez, pero ahora realizamos el conteo antes de cada inhalación, es decir contamos uno inhalamos-exhalamos… Esta etapa es similar a la anterior pero ahora debemos mantenernos un poco más atentos para anticipar el conteo al hecho de la inhalación.

Tercer momento

Dejamos de contar, tratando de mantener la atención consciente en todo el proceso respiratorio, tanto las sensaciones físicas producidas por la respiración como el ritmo, el espacio entre inhalar y exhalar, etc. y al igual que las etapas anteriores su duración será de cinco minutos aproximadamente.

Cuarta etapa

Enfocamos nuestra atención en la zona de las fosas nasales y labio superior, buscamos ahí la sensación que se produce al entrar en contacto el aire con esa zona del cuerpo, tal vez un cosquilleo, un contraste de temperatura. Localizamos esta sensación y nos enfocamos tanto como podamos en ella.

¿Cómo concluímos el seguimiento de la respiración?

Después de estos últimos minutos habremos completado el tiempo dedicado a la práctica del Seguimiento de la respiración, pero antes de terminar y levantarnos, es conveniente dedicar un momento por breve que este sea a tratar de tener cierta claridad de cuál ha sido la experiencia, analizando brevemente el tipo de distracciones que hemos sufrido, que etapa nos ha gustado más y en general tratar de tener claro que ha pasado en los últimos veinte minutos.

Por supuesto, el hecho de que intentemos estar enfocados durante cada etapa en el objeto de dicha etapa ya sea contar la respiración, observar todo el proceso respiratorio, u observar una sensación sutil en torno a las fosas nasales, no significa que vallamos a lograrlo.

Lo más probable es que surjan distracciones ya sea en forma de pensamientos, de molestias físicas, de falta de energía, o ansiedad. El modo de tratar con estos obstáculos es muy sencillo, al menos durante los primeros meses de meditadores, bastara con darnos cuenta y volver al objeto de la practica una y otra vez con paciencia y armonía hacia nosotros mismos Por otra parte la capacidad de concentración necesaria para meditar no es mayor que para leer un libro, de modo que todos nosotros podemos meditar satisfactoriamente pero al igual que para leer un libro es necesario desarrollar interés in el cual la capacidad de atención y concentración disminuirán considerablemente y surge una pregunta ¿qué interés tiene la respiración? Yo misma he tenido que hacerme esta pregunta y mi respuesta fue que lo interesante es que seguir la respiración me ayuda a descubrir mi mente y sus tendencias, que seguir esta simple actividad de respirar me calma y calmándome otros estados surgen, estados imposibles de experimentar con la cabeza llena de pensamientos anhelos y distracciones, eso es lo interesante para mí.

Además, deberíamos tratar de disfrutar el hecho de estar ahí sentados tranquilos con una actividad muy sencilla observando ese proceso tan ligado a la existencia que es la respiración. Tratar de estar relajados y contentos, enfocándonos poco a poco en la respiración, dejando ir los pensamientos sin enredarnos con ninguno de ellos y permitir que algo más calmado y bello surja de esa quietud. Muy probablemente después de haber meditado sentiremos nuestra mente menos embotada más ligera, estaremos más relajados y despiertos, y percibiremos el entorno con más viveza, Estaremos más sosegados y positivos y estas experiencias irán en aumento conforme mantengamos una práctica de meditación y progresivamente mejorará nuestra capacidad de concentración y mantendremos más continuidad de pensamientos y acción siendo con todo ello más capaces de vivir el momento presente y responder de forma creativa en cada ocasión.